Poco después, la fiscalía general egipcia ha anunciado que recurrirá la absolución de Mubarak y su ministro del Interior por el cargo de asesinato premeditado de manifestantes.
Justo cuando se expuso el veredicto de absolución, la sala estalló en aplausos. Mubarak y sus hijos Alaa y Gamal han sido además exonerados de los cargos de corrupción y enriquecimiento ilícito por permitir la venta y exportación de gas a Israel por debajo del precio del mercado tras haber prescrito los delitos. El magistrado ha absuelto también al ministro del Interior Habib al Adli y cuatro secuaces, acusados de dar la orden de abrir fuego contra los manifestantes. Y ha eximido de los cargos de enriquecimiento ilícito y daño premeditado a los fondos públicos al empresario hispano egipcio Husein Salem, quien reside actualmente en España.
En una llamada a un programa de televisión, Mubarak ha celebrado el fallo: «No cometí ningún crimen. Confiaba en Alá y en mi inocencia». «Nunca di orden de disparar a los manifestantes», ha insistido el anciano en declaraciones al canal privado Sada al Balad, propiedad de un empresario vinculado con el dictador. Por su parte, las fuerzas de seguridad han cerrado la céntrica plaza Tahrir de El Cairo tras la publicación de la sentencia.
El fallo fue aplazado el pasado 27 de septiembre, después de que el presidente del tribunal Mahmud Kamel el Rashidi argumentara que necesitaba tiempo para revisar los 160.000 folios de la causa y escribir unas 1.430 hojas detallando las razones de su veredicto. Según el magistrado, 239 personas murieron en la represión. Durante los 18 días de revueltas, alrededor de 850 egipcios perdieron la vida.
La sentencia, precedida por una larga declaración del juez, ha acabado con la imagen de Mubarak y sus vástagos abrazados. El dictador de 86 años, que gobernó Egipto durante cerca de tres décadas, fue condenado en 2012 a cadena perpetua por los mismos cargos. Una corte de apelación anuló en enero de 2013 el veredicto ante la levedad de las pesquisas. Nunca se pudo probar su responsabilidad directa en la orden de abrir fuego a los manifestantes, pero se le culpó de complicidad en los hechos junto a Al Adli.